Vivir del cuento #17 - Knebep Red

Hablamos de la inflación, de que Twitter me da toda la pereza y de que esta newsletter es un desastre.


Este artículo es parte de la primera temporada de la newsletter "Vivir del cuento y no morir en el intento".

En diciembre de 2022 Revue, el servicio que alojaba la newsletter, cerró. Aquí recojo todos los artículos de la primera temporada de la newsletter.

Disclaimer: El contenido de esta primera temporada es caótico y carente de temática concreta. Si quieres leer artículos más interesantes, suscríbete a la newsletter en cuento.prealfa.comopen in new window.

Hoy he visto el John Cor a 8,95€ en un folleto de Carrefour.

Para los que no tengáis ni puta idea de la vida os explico que se trata de un whisky que se codea de pleno derecho con míticos, qué digo, legendarios miembros del Olimpo del botellón como lo son el Vodka Knebep o el Ron Almirante.

Como credenciales que demuestran su excelencia os dejo recogidas algunas máximas que un asturiano dejó escritas hace más de una década, época de máxima expansión y reconocimiento global de este brebaje divino:

"Yo no se quien habrá destilado este whisky, pero creo que era un genio"
"Una resaca digna y provechosa, digna de un autentico John"
"Cada vez que salgo del mercadona, poso mi botella de John Cor en el suelo y aplaudo hasta que me sangran las manos"
"Hoy mismo voy a practicar el sano placer de beberme una botella de John Cor a cara perro"

Nada alimenta el alma del hombre como un Auténtico John Cor

Nada alimenta el alma del hombre como un Auténtico John Cor

Los más astutos de mis lectores habrán adivinado que se trataba de un whisky no solo amado por los consumidores por su sabor y calidad, sino también porque valía escasos cinco pavos en el mercadona.

Fue así durante años elección predilecta tanto de los más distinguidos catadores como de la chavalada de exigua solvencia que, con gran destreza, lo maridaba con unos hielos de la gasolinera y unas coca-colas Freeway del LIDL en vaso de tubo mugriento para así configurar una experiencia etílico-gastronómica sin parangón.

Si os escribo esto no es por el puro interés en proclamar las virtudes de este sublime elixir.

Es de hecho público y notorio que yo no adquirí el gusto y predilección por los licores envejecidos hasta una edad más avanzada, siendo mi preferencia por aquel entonces la botella de litro de Smirnoff, a vencer ágilmente entre tres personas en un asalto con dos litros de Fanta Limón como única armadura.

Al punto al que busco encauzar este monólogo es a la comprensión de un hecho terrorífico: en una década se ha duplicado el precio de nuestro amado néctar.

Lo que antes estaba al alcance del más paupérrimo bolsillo es ahora de exclusivo disfrute de los más acaudalados, habiendo de recurrir las clases más desafortunadas a las ocasionales ofertas 2x1 en las que acumular crédito en el ChequeAhorro del Club Carrefour.

La lección de hoy es clara. El dinero no vale lo que valía. Rehuye de la acumulación de capital. Acumula en su lugar activos capitalizables.

Estos pueden ser financieros, como acciones, fondos o deuda corporativa. O reales, como inmuebles o metales nobles.

Pero mi recomendación es que optes por activos intangibles propios, como habilidades y conocimientos.

Estos serán los que te permitan ganar dinero en el futuro y son inmunes a la inflación.

Invierte en ti mismo.

Twitter me da pereza

Me he liado. Me vine arriba.

Sí, con lo de tener dos cuentas.

De hecho con lo de tener una ya me vine arriba.

Twitter es infumable. Una colección sin fin de "Cinco nosequés que son la hostia", "cómo conseguí hacerme asquerosamente rico en dos fines de semana" y otra basura recalentada.

Todo cristo está ahí para vender algo. Su curso, su libro, su membresía. Su miembro, si hace falta. Y a mí me apetece cero comprarles nada.

Así que mis conversaciones con otros profesionales son un baile de máscaras en el que solo los participantes conocen el juego: estamos buscando la atención de los demás, de los incautos, lo que no se han dado cuenta de qué va esto, que serán los que nos paguen.

Yo era consciente de que tendría que currármelo creando contenido interesante. Y no tengo problema alguno con esto. De hecho me gusta aportar, me gusta poder trasmitir lo que he aprendido y que sea de utilidad a otros.

Mi error fue pensar que la segunda parte, la de hablar con gente, iba a ser algo que surgiría de forma natural. Que el buen contenido que encontraría ahí me llevaría a querer interactuar.

No ha sido así. Mi timeline es un no parar de hilos insulsos con obscenos call-to-actions que no resultan en ningún sentido atractivos a la conversación.

Me es imposible no juzgarlos por lo que son: una burda pantomima cuyo único objetivo es atraer audiencia monetizable a la que engatusar más adelante.

Así que me rindo. Con matices.

No soy capaz de llevar a buen puerto mi estrategia. Por tanto voy a cambiar de táctica.

Los detalles todavía no los tengo claros. Sé, por ejemplo, que voy a abandonar mi experimento con la cuenta en inglés.

El ecosistema Twittero inglés es interesante y el potencial es muy grande pero la realidad es que las cuentas interesantes tienen tantos miles de seguidores que es prácticamente imposible establecer conversaciones que no queden enterradas en el ruido. No tengo la energía ni el tiempo para imponerme sobre este ruido. Necesito un reto más asequible.

Por otro lado también valoro optar por otro tipo de contenido. El tweet diario, los hilos insulsos y las felaciones públicas a marcas y proyectos conocidos funcionan bien, traen mucho tráfico y generan seguidores.

Pero yo no leo ese tipo de contenido. No quiero seguir a gente que hace ese tipo de contenido. No me interesa. La típica cuenta que escribe mierdas que no interesan a nadie todos los putos días de la semana se me hace insoportable. Dios, qué gente más plasta.

En serio. Mirad esta puta mierda que me acaba de salir:

Deja de ver la tele y en dos años cien mil pavetes. Y se queda tan ancha. Menudo montón de basura nuclear.

Pues 22k followers tiene la chica. Y todo con contenido de este, día sí día también.

Y las respuestas, todos pobres desgraciados intentando ser como ella, escribiendo obviedades que no aportan nada a ver si se les pega de rebote algo de su gloria twittera.

Me da vergüenza someter a otros a esta tortura. Así que me desmarco de ello.

Intentaré optar por la calidad en lugar de la cantidad. Es difícil, porque cuesta más y es más difícil de automatizar. Pero veremos.

¿Y algo útil no habrá en esta newsletter?

Pues no.

Tengo que admitir que con aquello de la trifecta de la newsletter perfecta me estoy quedando cojo. Y manco.

Para los que no lo recordéis, una newsletter perfecta debe incluir entretenimiento, información y producto.

Vamos, que te tengo que aportar algo útil mientras te divierto para al final venderte algo.

Yo por desgracia estoy siguiendo más un esquema de chorradas varias y contarte mi vida. Vamos, que no es exactamente lo mismo.

Pero te pido paciencia. Todo llegará. Estad atentos porque empieza el curso y la vuelta al mundo real.

Y si no tienes paciencia, pues mejor sigues a uno de esos que escribe todos los días en Twitter basura recauchutada para mentes con déficit de atención.

Con esto despacho esta edición que me ha costado un par de horas buenas de parir. Es domingo, son las 17:17 y ahora me voy a merendar y a jugar a Lego. O a la playa.

A tomar por culo.

Nos leemos pronto.