Vivir del cuento #20 - La Faraona

Hablamos de cantaditas, trabajar poco y whisky de tapón de corcho.


Este artículo es parte de la primera temporada de la newsletter "Vivir del cuento y no morir en el intento".

En diciembre de 2022 Revue, el servicio que alojaba la newsletter, cerró. Aquí recojo todos los artículos de la primera temporada de la newsletter.

Disclaimer: El contenido de esta primera temporada es caótico y carente de temática concreta. Si quieres leer artículos más interesantes, suscríbete a la newsletter en cuento.prealfa.comopen in new window.

En esto de hacerse rico, en tiempo o en dinero, el problema suele ser siempre el mismo.

La estructura de incentivos y recompensas.

Es un poco como yo con el whisky escocés y el hausito del bueno.

En ningún momento de mi vida he osado declinar una invitación a beberse una botella de Glenlivet 12 a morro escuchando Rocking Music.

Sin embargo nunca aceptaría empezar por la resaca resultante ni aún que se me prometiera tener luego a Martin Solveig pinchando en casa y poniéndome los cubatas.

Con las cosas que son difíciles pero tienen resultados positivos pasa igual, pero en el orden inverso.

Me haría inmensamente feliz sentir que tengo todo el trabajo hecho, que soy libre de hacer lo que más me apetezca y que todos mis clientes están contentos y satisfechos.

Pero para lograrlo tengo que pencar 50 horas a la semana de aquí a enero y sólo de pensarlo ya se me hace una montaña.

Al final, como decía, esta es la cuestión. Y tenemos dos opciones.

O bien nos sobreponemos a esta realidad, nos comemos el brócoli y hacemos la parte dura para disfrutar de la recompensa, y punto.

O encontramos la manera de reconfigurar la estructura de incentivos y recompensas para escaquearnos del trabajo duro con trampas y triquiñuelas.

Parece que la obvia, la de la gente seria, la que te debería animar a atacar, sería la primera. Pero a la primera no puedo ayudarte. Porque yo tampoco sé hacerlo.

Hay gente que sí. Se dice de ellos que son "aplicados". Son "trabajadores".

Yo no lo soy.

Es verdad que yo en esta newsletter hago el papel de gurú cambia vidas. Es mi rol en esta relación. Es un mal necesario para que mis consejos resuenen de experiencia y autoridad.

Pero los que me conocéis sabéis que no me aplico ni la mitad de lo que predico.

Así que convenceros de que soy una persona aplicada y trabajadora creo que ya sería abusar de vuestra imaginación.

Vamos a hablar por tanto de la segunda. Te cuento tres formas de hacerte la cosas más fáciles.

Pero antes, unos minutos musicales para desempalagaropen in new window

Pero antes, unos minutos musicales para desempalagar

Trabaja menos

La reticencia a trabajar no es siempre la misma. A veces tenemos más ganas. Y a veces menos.

Para algunos es tema de horarios. Les cuesta empezar por la mañana. O igual el problema es ponerse después de comer.

Igual es más un problema de tener que hacerlo cinco días seguidos. Necesitan fin de semana largo o tomarse el miércoles para hincharse a birras, volcar y hacer un reset.

Da igual qué combinación de las anteriores te funcione, pero el resumen es siempre el mismo: de lo que va es de trabajar menos.

De solo trabajar en esos momentos que te cuesta menos hacerlo.

¿Cómo? Es sencillo, en teoría. Debes cobrar más por cada hora invertida. Esto desincentiva que tu puesto sea full-time y al mismo tiempo mantiene tu poder adquisitivo intacto.

Busca trabajos más especializados, con cargas de trabajo bursty que te permitan organizar tus propios horarios. Muchas veces esto implica buscar nichos dentro de tu sector que requieran conocimiento que pocos tienen.

Yo lo hice durante un tiempo cuando trabajé para una empresa americana desarrollando software para seguros en Clojure, un lisp sobre la JVM. Vamos, un fumote nicho de cojones. Y en consecuencia hacía las horas que quería y cuando quería, cobrando más que suficiente para mantenerme en aquel entonces.

Trabaja en lo que te gusta

Siguiendo con mi ejemplo de la empresa americana, la otra opción para hacer llevaderas las horas es trabajar en algo que disfrutes más.

En mi caso no era el negocio en sí, sino el lenguaje, Clojure. Era una época en la que estaba obsesionado con la programación funcional y me resultaba un placer programar en este paradigma.

Bechamel para mi brócoli.

Lo mismo que con esta newsletter. El motivo por el que sigo escribiéndola religiosamente no es porque tenga yo una gran constancia.

Es que me gusta escribir.

Sé que suena a cliché. Pero es una de las fórmulas infalibles en este mundillo.

Y no significa que debas disfrutar de todos y cada uno de los minutos de tu jornada laboral. Eso no existe.

Pero si un buen trozo de ésta se asemeja más a ocio que a trabajo, estarás ganando horas al sistema "gratis".

Piensa en los youtubers que pueden dedicar tiempo a ver otros vídeos para analizarlos en su canal. O los docentes que pueden dedicar tiempo a investigar tecnologías para luego hacer cursos.

Esas cosas tu las haces ya, seguro, por puro ocio.

Siempre habrá cosas que te gusten más. Persíguelas.

No trabajes

No, no me refiero a que vivas de tus padres. O abuelos. O que estés tirado en el suelo de alguna avenida de Berlín bebiendo birra barata con tu perro.

Que no son males planes tampoco, pero bueno, no es a lo que vamos hoy.

De lo que hablo es de que lo haga otro.

Una de las maravillas del sistema económico basado en el dinero es que el intercambio de bienes y servicios es indirecto. Es decir, que tu puedes hacer software de gestión del transfer pricing para conglomerados internacionales y, de forma mágica, intercambiar este esfuerzo por huevos y patatas para tu tortilla.

El agricultor y el ganadero no saben ni qué mierdas es lo que haces. Pero da igual. Porque el dinero es el intermediario.

Si eres bueno haciendo algo, hazlo, cobra por ello y paga para que hagan por ti todo lo demás que no quieres hacer.

O, si eres una persona técnica, aprende a automatizar las tareas que más tiempo te roban.

Incluso plantéate si realmente es necesario ejecutar esas tareas. Tal vez te has autoconvencido de que hay que hacerlo. Y, en realidad, no. Sé analítico.

En resumen, la mejor forma de hacerte la cosa fácil es no hacer la cosa, sea como sea. Y si tienes que hacerla tú sí o sí, que sea algo que se te da bien y te gusta. Y si no, al menos que te pille en el momento que te apetezca hacerlo.

No compliques tu propia vida.

#BuildInPublic

Hago mi pausa semanal para contaros el progreso en mi objetivo de vivir del cuento.

Para variar sigo yendo bastante de culo (léase, las 50 horas de aquí a enero que comentaba arriba), por tanto mucho, mucho, no he podido hacer.

Pero al menos he conseguido sacar un par de tardes para empezar a mover la herramienta que comenté en semanas anteriores. La he bautizado oficialmente Squaretweet Noisy.

He hecho la landing.

Algo es algo.

La idea, en una captura. Localhost, of course.

La idea, en una captura. Localhost, of course.

Espero, deseo, aspiro a, tengo apetito de, mi empeño es, ambiciono, quiero darle un empujón y sacarlo funcionando la semana que viene.

Veremos si los astros se alinean.

Venti, como en el Starbucks

Veinte newsletters ya, señores y señoras. Como decía más arriba, la realidad es que me gusta esto de escribir, así que el mérito es relativo. Pero me sentiría mal si no me diese el placer de comentar aquí el hito logrado.

Hasta ahora me ha sido relativamente fácil encontrar temas de los que hablar. Al final uno tiene siempre en la cabeza chorradas de las que se ríe de vez en cuando y experiencias profesionales de las que extraer consejos.

Pero desconozco si el pozo tiene o no fondo.

Me temo que sí.

Lo que me lleva a pensar que el futuro de esta newsletter estará ligado a mi capacidad de progresar en el camino de vivir del cuento.

De sustituir el contenido genérico y las anécdotas graciosas con experiencias nuevas y, bueno, nuevas anécdotas graciosas.

Os invito a formar parte de este viaje hacia lo desconocido. O hacia el precipicio.

Outro

Hasta aquí la newsletter de hoy.

Solo me falta desearos un buen final de semana y que, si viene la guerra atómica, se nos lleve a todos rápido e indoloramente en flash de radiación purificadora.

Que a mi eso de tener que ir matando gente para quedarme con sus chapas de botella de coca cola no me apetece ahora mismo.

O sí.

Nos leemos pronto.